lunes, 22 de marzo de 2010

Homenaje a Monseñor Oscar Arnulfo Romero



A Romero le asesinaron disparándole en el corazón. Un solo tiro. Y la sangre empezó a regarse gota a gota, lentamente, empapándole el cuerpo, la ropa, ante la incredulidad de los pocos asistentes a esa capilla. Murió de forma instantánea y le levantaron unas religiosas cargándole en sus brazos. El disparo salió del arma segundos antes de que Romero llamara al pan y al vino el cuerpo de Cristo, la consagración, mientras daba misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia. Tenía 62 años. La Comisión de la Verdad, creada por los Acuerdos de Paz, concluyó que a Monseñor le asesinó un escuadrón de la muerte organizado por los militares mayor Roberto D’Aubuisson (fundador del partido de derecha Arena) y, entre otros, capitán Alberto Saravia. El primero murió de cáncer en 1992 y el segundo aún vive y fue declarado culpable del crimen por un juzgado de los Estados Unidos en 2004.

Ocurrió en momentos cuando Romero hablaba a favor de los pobres y las víctimas del conflicto armado con mayor énfasis que antes. Decía cosas como éstas (dirigiéndose a los militares y al gobierno):

"Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice "No matar". Ningun soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla.
Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.
La iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominacíon.
Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñir con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día mas tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios; Cese la represión." Mons. Romero
Para la poeta Avelar, Monseñor significa “el sentido de la rebeldía ante la injusticia. Él no dijo ‘este es el destino de los y las salvadoreñas’. Él se rebeló a ese destino. Eso nos corresponde hacer ahora y a las mujeres con mucha más razón”, comenta. Y sigue: “Fue el primero en hablar de derechos humanos aquí. Antes de que apareciera esa figura del ombusdman, Monseñor era el primer defensor. Instituyó toda la estructura de tutela legal del Arzobispado para buscar a los presos y desaparecidos”.

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